sábado, 1 de mayo de 2010

¡INDONESIA!

¡No sé que escribir! He borrado cuatro empiezos, y me doy cuenta que es así porque no tengo mucho que contar aún. Llegué desde Sudáfrica después de 20 horas de vuelo (conexión en Kuala Lumpur incluida). En el aeropuerto me esperaba Tim, amigo australiano que conocí en el Hotel Chile-España de Pichilemu hace casi diez años atrás, cuando todavía era surfer de fin de semana y me quedaba en ese hotel famoso por ser amigable con los surfistas.

Tim vive en Bali como un príncipe. Hace seis años decidió que su negocio (papelería y tarjetas de saludo) se podía hacer virtualmente por internet y se mudó. Hoy está casado, tiene dos hijos pequeños y a sus 44 años muy bien llevados surfea todos los días. "It is a good life", me dice. Le creo. En este día y medio que llevo aquí me ha llevado a surfear en la ola de su casa (en Changú), picos de izquierdas y derechas de arena mezclada con arrecife; y también a Yay Gangá, un beachbreak medio secreto con buenas olas, algunas con tubo. Además trajo a casa a una masajista que por cinco euros me dejó como nuevo (Tim se regala dos masajes por semana). Como me voy a G-Land mañana, me ha prestado una tabla extra y sus botitas para el reef. Además, como buen australiano que es, anoche me llevó a saborear la famosísima (entre surfers) cerveza local Bintang. Claro que había que probarla bien y hoy cuando me despertó a las 6.30am para ir a surfear todavía tenía el sabor en la boca...




 Todavía no he visto mucho. De Kuta nada, y de Denpasar muy poco, porque Tim vive en el campo. ¿Qué cosas puedo contar? Muchos sembradíos de arroz. Muchas motos por todos lados. Los autos se manejan del otro lado, como en Sudáfrica. La gente local usa esos sombreros cónicos que salen en las películas orientales. Casi todas las casas de los indonesios son templos. Sí, es un pueblo muy religioso y construyen mini templos (y algunos no tan mini) dentro de sus propiedades, donde viven generaciones de familiares en casitas que se van construyendo en el mismo terreno. Es una sociedad muy orientada a la familia. Sólo existen cinco nombres en todo Indonesia. Gracias se dice teramakasi. Hay mucha gente de otros países, especialmente australianos, que viven aquí. Hace calor, y es muy húmedo. La vegetación es exuberante. El agua es caliente (la cera de mi tabla se derritió, tuve que cambiar de cera). La fruta es dulce, muy dulce. El café es buenazo. Y es bueno tener amigos como Tim.   




Mañana me voy a Grajagan, más conocida mundialmente como G-Land. Esta ola izquierda famosísima mundialmente queda en Java  y no veo las horas de estar ya ahí, esperando mi turno para remar un olón y tirarme de cabeza de frente al tubo. Voy por una semana, y si encuentro conexión a internet prometo contarles todo lo que pase. ¡Por ahora, aloha!


                  

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