domingo, 28 de febrero de 2010

Terremoto de Chile

5.30am...madrugada de sábado. Terminaba una noche de juerga limeña con amigos del colegio cuando uno de ellos recibe una llamada a su celular que le cambió la cara en un instante. -Me tengo que ir, dice Feni. Ha habido terremoto en Chile y han dado alerta de tsunami en toda la costa del Pacífico. Mi familia está en la playa...Todos pensábamos que exageraba: Lima queda a más de 3.500 kilómetros al norte del epicentro, pero lo dejamos ir y poco después lo hicimos nosotros también.

El terremoto ocurrió en el mar frente a Concepción, más de 600 kilómetros al sur de Santiago. Gran parte de mi familia vive en esta última ciudad y, sin saber todavía la magnitud, pensé que estaban a salvo. Sólo al llegar a casa me di cuenta cabal de lo que pasaba. Mis primas me estaban esperando despiertas y preocupadas por las noticias que ya estaban en todos los canales: 8,8 grados en la escala de Ritcher. Acostumbrados como estamos los peruanos (y más aun los chilenos) a estos fenómenos, esta cifra me dio miedo. Nunca había escuchado hablar de un terremoto tan fuerte. Más de 8 grados en esa escala implica destrucción masiva.

Intenté llamar a mi madre infructuosamente y, finalmente, pude hablar con mi hermano en Chile, que me tranquilizó diciéndome que todos estaban bien pero que el terremoto había sido realmente fuerte. En ese momento ni él, viviendo allá, se daba cuenta de las reales implicancias del desastre. Sólo con el correr de las horas fuimos apreciando la dimensión de lo ocurrido. Las cifras de víctimas aumentaban minuto a minuto: primero 70, luego 170, 220, 500, 780...lo que se mostraba en la tele era terrible. Después del terremoto hubo tsunami en varias localidades del sur de Chile y pueblos enteros fueron arrasados. Lo único que evitó más muertes es la cultura telúrica de los chilenos, acostumbrados a los terremotos y conscientes, por su cercanía al mar, que después de un terremoto hay que huir a las alturas. Así se salvaron muchas vidas, corriendo hacia los cerros llevando sólo lo mínimo: agua, algo de abrigo, y nada más.

La llegada de la noche trajo los primeros saqueos. Los negocios estuvieron cerrados todo el día porque los servicios eléctricos, las comunicaciones, el alcantarillado, todo fallaba. Sin embargo, los afectados necesitaban agua, víveres, combustible, y no había dónde conseguirlos. Al saqueo siguió el pillaje en varias ciudades de Chile. Vi las imágenes y por primera vez comprendí a la gente que roba: yo hubiera hecho lo mismo. Mujeres con hijos que alimentar, hombres, viejos, niños: los saqueadores eran -en su gran mayoría- gente desesperada, que lo habían perdido todo y con bocas que alimentar. Se llevaban desde alimentos hasta frazadas (y claro, algunos aprovechaban el pánico y se llevaban televisores, lavadoras...).

Pero no sólo vimos pillaje. Mucha gente mostró de qué tela están hechos los chilenos. En los ojos de esa gente de raza fuerte se veía no sólo desolación, pena, desesperación. También decisión, determinación y entereza. El país ya está, dentro de la destrucción y el caos, empezando a ordenarse y a retomar, dentro de lo que se puede, las rutinas que hacen que todo funcione. La emergencia durará todavía mucho, pero ese pueblo no se va a entregar a lamentarse, eso es seguro.

Por facebook pude contactarme, poco a poco, con el resto de mis familiares. Tíos, tías, primos, todos aparecimos y nos tranquilizamos unos a otros. En Lima, las noticias sobre Chile no cesan, la cobertura es muy amplia y estamos bastante bien informados. Los efectos del terremoto se han sentido más que nada en el mar. En varios puntos de la costa peruana el mar se retiró y luego volvió a ocupar su lugar, en algunos casos entrando muchos metros tierra adentro pero no en forma violenta y sin causar apenas daños.

Me toca viajar a Chile el miércoles. Iba a viajar el lunes pero el aeropuerto no está aún habilitado. Agradezco no haber tenido que vivir la angustia del terremoto in situ. Me salvé por dos días. Una de mis sobrinas se salvó de milagro. La noche del terremoto iba a ir a una discoteca en Llolleo (en la costa), su amiga no quiso y se quedaron en casa. Esa noche murieron varios de sus amigos en la última fiesta del verano, dos mil personas abarrotaban el lugar. Pobrecita. Pobre Chile.    

sábado, 27 de febrero de 2010

Estoy bien

Hola a todos, esta entrada es sólo para contarles que estoy bien, todavía no viajo a Chile, sigo en Lima y esta mañana me enteré lo del terremoto de Chile. Mi vuelo era para este lunes pero han suspendido todos los vuelos no sé hasta cuándo...Mi familia también está bien, hablé con mi hermano en Chile (imposible comunicarse con mis padres por la congestión telefónica) y me ha tranquilizado, están todos bien. Bueno, eso por ahora, ya pronto actualizo con más información, aloha...

lunes, 22 de febrero de 2010

Lima: cuenta regresiva

Me queda una semana en Lima. Lo que originalmente era un viaje de un mes al norte peruano con hipotéticas y esporádicas visitas a la capital se convirtió en mi estadía más larga y continuada en Lima casi desde que me fui del Perú en 1988. Las circunstancias, siempre las circunstancias. Como dijo Morgan Freeman encarnando a Mandela en Invictus: "Si yo no puedo cambiar cuando las circunstancias así lo demandan, ¿cómo puedo esperar a que los demás lo hagan?" Verdad como una catedral.

Las circunstancias que me hicieron cambiar los planes fueron mucho menos trascendentales para la historia de la humanidad que las que le ocurrieron a Mandela, por supuesto, pero igualmente demandantes. Dos tablas partidas en Ecuador me obligaron a venir directo a Lima a buscar repuestos en vez de ir primero al norte, y una vez aquí una combinación de más circunstancias me ataron definitivamente en esta pierna del viaje. Falta de buenas crecidas norteñas en Febrero, buenas condiciones y constancia de olas en Lima y alrededores, el cariño de la familia y los amigos, complicaciones estomacales, en fin, circunstancias todas que, sumadas y casi diría confabuladas, me tienen aquí y así será hasta que me vaya el próximo lunes a Chile.

He disfrutado como hace años no lo hacía con pequeños viajes de fin de semana con los amigos del barrio y del surfing (que son casi los mismos). Esta vez Bermejo fue la meca elegida. Cada fin de semana desde que llegué esta punta izquierda sacó olas de calidad y no dejé pasar ni una crecida, cambiando ligeramente de comitiva cada fin de semana pero siempre con el mismo espíritu de amistad y muchas, muchas olas. Salieron muchas risas, apodos nuevos, buena comida peruana y la seguridad de que esta amistad que nos une es para siempre. Laro, Tallarín, Renato, Hindú, Giulia, gracias por ser mis broders y regalarme su amistad, la valoro muchísimo más de lo que se imaginan y siempre recuerdo estos momentos mágicos cuando estoy lejos "de casa". Pero ¿qué casa? Bueno, algún día este viajero escribirá sobre lo que "casa" significa para él...

También, como nunca, pude ver a mis amigos del colegio 25 años después. Aunque no pudimos juntarnos todos, los que lo hicimos pasamos grandes momentos. Todo sucede porque tiene que suceder, y los que estuvieron, estuvieron. El resultado fue un par de noches geniales donde pude constatar que algunas cosas (el espíritu, el cariño incondicional) permanecen sin importar el tiempo transcurrido. Gracias queridos amig@s del colegio, siempre los recuerdo y tengan la seguridad de que, después de los bailecitos estilo Menudo y las canciones de los Bee Gees cantadas bien vodkeados... ¡nunca los olvidaré jajaja! Y a ver si nos juntamos una última vez antes que me vaya a Chile.

No puedo dejar de hablar de mis queridas primas Alejandra y Jimena. Más que primas, han sido como mis hermanas y por eso no hay palabras para expresarles el cariño y la gratitud por haberme recibido en su casa, haciendo caso omiso de mi desorden, mis deshoras,mis tablas y wetsuits por todos lados...en fin: que las quiero muchísimo.

Mañana me voy a Punta Hermosa. Estaré tres días por allí, hasta el jueves surfeando todo lo que pueda y preparándome para la despedida que, sin duda, durará varios días. Hasta entonces.

jueves, 18 de febrero de 2010

Equinoccio Parte 2: Datos

Bueno, sigo con lo que más me ha quedado de lo que llevo de viaje...


Costa Rica: Muchos de ustedes ya habrán ido a Costa Rica. A los que no, sólo les digo: vayan. Si surfeas, las olas todos los días están casi garantizadas. Agua caliente, nunca usarás un wetsuit, izquierdas y derechas por todos lados, olas de todo calibre (beach breaks, point breaks, reefs achoradazos, etc.), comida sana, vida nocturna, país tranquilo, etc. etc. etc. Sólo hay que escoger bien la época del año dependiendo de las olas que quieras surfear.

Para las olas del Pacífico:
Lo mejor es ir de Marzo a Septiembre. Es la temporada húmeda y llueve mucho, pero el que sabe, sabe. Las lluvias paran, no hace nunca frío y las olas están allí, recibiendo todo el bombardeo de las crecidas del sur y con períodos de 20 segundos para arriba. Además los precios bajan por ser temporada baja, y hay muy poca gente en el agua. Atento también si no te queda otra que ir de Diciembre a Marzo porque también hay olas y hay algunas que funcionan excelente con crecidas norte.

Para el Caribe:
De Diciembre a Marzo puede que corras las olas más intensas de tu vida. Sólo anda a Salsa Brava, lleva un par extra de huevos y una tabla larga. Olas muy fuertes, izquierdas y derechas. Beachbreaks más benévolos (pero muy buenos) en las cercanías. Temporada seca, calor y muchos turistas. Diversión asegurada. Y estás al toque de Bocas del Toro (Panamá). Mejor ir al principio de la temporada, puede que tengas la suerte (como yo) de correr Salsa sólido con 4 cuatro personas en el agua.

Y si no surfeas, ya te lo habrán dicho: casi todo Costa Rica es un parque natural, verás animales e insectos que nunca viste antes (y muy fáciles de ver), flora alucinante por todos lados y todo está muy bien señalizado y organizado. Una vez en Costa Rica es muy fácil tomar decisiones de dónde ir, todo es lindo y accesible. Siempre regateen los alquileres de automóviles y no se queden con el primer rentacar que encuentren.

Y una recomendación personal: si vas en temporada seca, alquila un doble tracción (los Jimnis son buenazos y no muy caros, aperradísimos) y recorre la costa norte del Pacífico, desde Santa Teresa hasta Roca Bruja o viceversa, verás paisajes que nunca olvidarás, será el mejor rally de tu vida y está lleno de olas world class.


Si vas a Santa Teresa:

-Camping Zeneida, al final de Santa Teresa. Alquilan cabinas y tiene sitios para acampar con baño y duchas. Frente al point. No tengo el número pero todo el mundo lo conoce. Al lado de La Lora Amarilla (bar muy conocido y con letrero afuera).

-Restaurant Kika. La mejor comida de Santa Teresa (grande Rafa, el chef rocker, sólido en ambas facetas), y los lunes y jueves concierto de rock, el staff se quita los mandiles y agarra las guitarras y la batería, imperdible, llega todo el mundo. Al lado del camping Zeneida y del bar La Lora Amarilla.


Si vas a Playa Negra (al norte, en Guanacaste):

-Hotel Kontiki. Atendido por sus dueños Martín y Giovanna, una pareja de peruanos surfers que, además de la buena onda, cocinan riquísimo (¡comida peruana!). Cabinas baratas (10-15 dólares por noche), camas cómodas y lugar tranquilo en medio de la selva. Wi-fi. Playa Negra es una de las mejores olas de Costa Rica. Aquí me sentí como en casa.
http://www.kontikiplayanegra.com/
kontikiplayanegra@yahoo.com
Fono: (506) 26529117


Si vas a Salsa Brava (en Puerto Viejo):

Hay varios hoteles. El pueblo es pequeño y no tendrás problemas en conseguir alojamiento aun si llegas sin reservaciones. Si surfeas lleva tabla larga para entrarle temprano a la ola, respeta a los locales y lleva un par extra de huevos, los necesitarás los días grandes. Aprovecha de ver surfing de alto nivel, Gilbert Brown y otros pros de Costa Rica viven aquí.


Si vas a Liberia:

Aquí no hay olas pero desde esta ciudad tienes acceso a muchos parques naturales, su estratégica ubicación la convierte en centro de operaciones para planificar excursiones a distintos lugares de Costa Rica y aun de Nicaragua. Volcanes, parques naturales, paseos en bicicleta, trekking, canopy, todo se puede planear y organizar desde aquí.
-Hotel Liberia: Imperdible. Mi amigo del colegio Beto Lizárraga administra el hotel y organiza los tours que se te ocurran, al mejor precio posible (o sea, el más barato). También puede conseguir transporte y su hotel es céntrico y barato, está recomendado en la Lonely Planet Guide. Si estás por allí, sería un crimen no buscarlo.
Fono: 266-60161
Calle Central, a una cuadra del Parque Central


Bocas del Toro (Panamá): Acá me quedé con la espina clavada. Sólo estuve cuatro días en un lugar donde claramente vale la pena quedarse mucho más. Está en la parte norte del Caribe panameño, muy cerca de Costa Rica. Es un conjunto de islas con mucha vegetación, playas alucinantes, agua transparente, mucha vida y olas de calidad mundial. Creo que nunca he estado en un lugar con un potencial tan grande de buenas olas, sólo que a mí no me tocaron (en sólo 4 días había que tener mucha suerte). No se equivoquen, surfeé y me divertí, pero estando en el agua veía la forma de las olas y supe que tengo que volver. Estos sitios, con olas grandes, deben ser de lo mejor del mundo. Además, surfear en esas condiciones (te pasa a buscar un botecito al hotel -que tiene su propio embarcadero atrás), con la selva de fondo, agua tropical...en fin, no debe existir nada mucho mejor que esto.

Si vas a Bocas del Toro:
-Hotel Brisas. Buen hotel, barato y -muy importante- con aire acondicionado. Desde la parte de atrás puedes llamar a los botes para que te lleven a surfear. Tranquilo y cerca de todo.
http://www.brisasbocas.com/
brisasbocas@cwpanama.net
Fono: (507) 757-9549


Mompiche (Ecuador): Ya les conté de este lindo lugar antes...sólo queda agregar que vale 100% la pena por su muy hospitalaria gente, hospedaje y comida baratos, ambiente relajado ideal para descansar y su muy buen reef point de izquierda. La próxima vez, eso sí, y siempre que esté en mis posibilidades de cálculo intentaré ir cuando se ponga en su máxima expresión.

Esta ola es cumple con una de las clásicas máximas surfísticas: más grande, mejor. De 7 pies para arriba muestra su mejor cara. Ojo que sólo funciona de Diciembre a Marzo, el resto del año es una piscina, paradisíaco para descansar pero fatal para el surfing.

Si vas a Mompiche:
Hay buses desde Quito y Guayaquil. Lo mejor es viajar de noche, son largas horas. Desde Quito se puede ir en TransEsmeraldas, el bus sale a las 10.15pm y llega a Atacames a las 6.30am mas o menos. Desde ahí hay conexiones a Mompiche, es cosas de preguntar al chofer o en Atacames mismo.
-Hostería Gabeal. A mi parecer el mejor lugar para alojar. Cabañas y cuartos cómodos, buenas camas con mosquitero, gran desayuno (se paga aparte, pero sólo cuesta dos dólares y medio), al frente del mar, internet gratis (en horas peak hay que hacer cola, eso sí), todo con palmeritas, rústico-bonito. Si te quedas una semana o así puedes conseguir un cuarto hasta en 8 dólares la noche si regateas.
Por el momento no tiene página web. El administrador se llama Edgar Romero.
Fono: 099-696-543 (celular del hotel).


Bueno, esta entrada me costó trabajo, un descansito pe!

miércoles, 17 de febrero de 2010

Equinoccio del viaje Parte 1

¡Cómo corre el tiempo! Ya van tres meses y algunos días desde que empecé este viajecito...Estoy en la mitad del trip y ya he dejado atrás Londres(GB), Nueva York(EE.UU.), Liberia, Santa Teresa, Playa Negra, Salsa Brava (Costa Rica), Bocas del Toro (Panamá), Mompiche (Ecuador) y ya llevo casi tres semanas en Lima. Cada lugar ha sido una aventura diferente y cada uno ha valido la pena a su manera. Lo que sigue es un resumen de cada uno:


Londres: Qué puedo decir de Londres, estuve sólo tres días pero que me alcanzaron para disfrutar de este lugar que me pareció muy bonito e interesante, aunque a mucha gente no le guste (no sé cómo pueden decir semejante cosa). Cada barrio es un mundo y de lunes a domingo hay miles de lugares donde ir. Me paseé en bicicleta, especialmente por la zona del Tower Bridge, emblemático puente levadizo que cruza el Támesis y que sale en varias películas (sin ir más lejos lo vi ayer en El Hombre Lobo)... recomiendo mucho andar en bici, así se tiene la libertad para moverse por muchos lugares, hacer ejercicio y mirar la ciudad con ojo de ciclista, que no es poca cosa, aprovechando que la ciudad es paseable en bicicleta.

También subí las cuchucientas mil escaleras de The Monument (monumento en plena ciudad que se construyó luego del Gran Incendio de Londres como recordatorio de éste). Es tan alto que cuando bajas te dan un diploma por la hazaña...vale la pena porque las fotos que se pueden sacar de la ciudad desde esa altura son increíbles.

Por último, si me estás leyendo, gracias Gaby, mi queridísima prima que me dio techo, bici, conversaciones filosóficas bajo la luna y fue la mejor guía de la ciudad posible.

Ah...ojo con Londres en invierno: ¡un frío de mierda!


Nueva York: Llegué al aeropuerto JFK de noche y tenía muchas horas hasta mi próxima conexión, así que le pedí consejo a un guardia del aeropuerto ("Choche ¿dónde irías si nunca has estado en NY y tienes algunas horas por delante?"). El broder me consiguió un mapa, me explicó que el metro funciona toda la noche y me mandó al Times Square que es algo así como uno de los corazones de la ciudad. Bizarro lugar donde sólo a la tercera pude conseguir que alguien me hablara para darme indicaciones, ¡la gente está muy paranoica en esta ciudad! Las dos primeras veces juro que me dejaron hablando solo, es una sensación rarísima, especialmente cuando tienes personas delante (porque sí que he hablado solo antes, pero yo mismo me contesto).

Caminé y tomé muchas fotos de esta zona llena de teatros (la calle Broadway está en esta zona), tiendas de artículos electrónicos donde los dependientes son de todos los países menos estadounidenses (pakistaníes, dominicanos, latinos, etc...TODOS hablaban castellano) y luces de neón por todos lados. Pude comprar un repuesto para mi cargador de ipod Samsung (difícil de encontrar y que se me quedó en casa) y hasta encontré una tienda de Quicksilver. Me compré cera para agua caliente (iba para Costa Rica) y el dependiente al toque quería ser mi amigo, me preguntó si surfeaba (él también), dónde iba, etc. Todo esto tipo medianoche, se nota que esta ciudad nunca duerme. Lo mejor es que el aeropuerto tiene conexión directa a través de varias líneas de metro. Al regreso la ciudad se reivindicó a través de un dominicano que conocí en el metro y que, aparte de darme buenas indicaciones, me regaló un poco de conversación y -lo principal- muy buena onda. No todo está perdido en NY, todavía se puede encontrar un poco de humanidad a la vuelta de la esquina (o en cualquier boca de metro).

lunes, 15 de febrero de 2010

Los viejos (buenos) tiempos

Ya sé que este es un blog de viaje, y más específicamente de surf, pero no puedo dejar de compartir la alegría que me dio ver de nuevo a muchos de mis compañeros de colegio el viernes pasado. A la mayoría no los veía desde que salimos del colegio hace ¡25 años! Más allá de las contingencias de nuestras respectivas vidas y de algunas canitas o arruguitas por aquí y por allá, fue casi como si no hubieran pasado los años, las personalidades de cada cual estaban ahí, las mismas risas, la misma buena onda.

A instancias de Marcela V fuimos a La Noche de Barranco a ver un concierto de Mar de Copas (abría el grupo de su cuñado, Humo Rojo). Aceptamos casi sin pensarlo, pero cuando llegamos nos dimos cuenta que era un concierto y además, en La Noche. "¡No pues!", pensamos. ¿Cómo íbamos a conversar? Además ¡Mar de Copas! Grupo con convocatoria. Todos apretados. ¿Y las chelas? Pero todo resultó perfecto, el concierto estuvo bueno, los que nos juntamos nos reimos mucho y la chela fluyó toda la noche gracias al eficiente y generoso despliegue de Josesito Alvarez que desaparecía sólo para volver con una jarra en cada mano. En fin, sólo faltó que llegaran más, pero este jueves promete ser igual de divertido porque nos volveremos a juntar, esta vez para cenar y después lo que salga. Ya les contaré lo que se pueda contar, aloha!

Fines de semana en Bermejo...

...y van tres. Los tres últimos fines de semana han sido un regalo del dios Neptuno a la constancia demostrada por sus fieles acólitos. Bermejo -esa playa que queda en el Km 222 de la Panamericana Norte y que para llegar exige doble tracción y conocer los recovecos de las huellas que se van cruzando en la arena- nos ha sacado olas de excepcional calidad todos los sábados y domingos desde que llegué al Perú.

Esta vez la comitiva que salió a las 5.30am estuvo formada por el Tallarín y Giulia, el hindú y su familia, Miguel Combina y yo. El pobre Mike pagó las consecuencias del ritual del desayuno en Chancay: siguiendo los consejos del Tallarín se empujó un sandwich de chicharrón de chancho a las 7 de la mañana, seguido de una humeante taza de chocolate caliente. ¡Pobre Mike! Se pasó todo el sábado con dolorosos retortijones, apenas pudo correr y el resto del tiempo lo pasó tirado en la arena inmóvil y sin hablar. Sin embargo en el poco rato que estuvo en el agua demostró que sus rodillas todavía aguantan y sorprendió con maniobras de chibolo que desmienten sus numerosas operaciones a los ligamentos...ya el domingo se mostraba bastante recuperado, apareció su sarcástico humor habitual y se tiró varias olas buenazas, aunque cometió la locura de empujarse un tacu tacu saltado a la hora de almuerzo...en el camino de regreso venía calladito...

El Tallarín, por el contrario, ha descubierto que se vacila más fuera del agua que dentro de ella, y hoy en día sus sesiones no duran más de 25 minutos, luego de los cuales concluye que la corriente no vale la pena el desgaste de sus musculitos y se va a la orilla a ejercitarlos abriendo las chelas antes de que se calienten bajo el inclemente sol veraniego, mientras inventa nuevas chapas para los miembros de la comitiva y se relaja bronceándose desde la rodilla hasta el empeine sentado bajo su sombrilla. Como buen padrino también les hizo unas clasecitas de surf a los hijos del Hindú (junto con Mike, que es instructor de tabla y tiene un surf camp en Iquique).

El Hindú sigue metiéndose los mejores tubos de toda la comitiva, se ha vuelto todo un Ironman y hoy, cerca de los 40, entrena nadando casi todas las mañanas muy temprano, trotando y corriendo en su corcho en las campanas más maleadas de Lima cada vez que puede. Mi broder Hindú se ha ganado no sólo la admiración y el cariño de sus patas, sino de casi todo el planeta Perú Surf. El único problema es que de padrino de sus hijos ha escogido al Tallarín, que ya les está metiendo a sus ahijados el bichito del surfing, y me parece que en unos pocos años más el Hindú va a ser el único corcho de su familia, ¡buena Hindú!

En resumen, el fin de semana estuvo lleno de risas, sol, amistad y buenas olas, convirtiéndose en uno de los muy buenos recuerdos de este viaje. El próximo fin de semana vienen más olas y lo más probable es que esta excursión se repita, a ver si esta vez cuelgo unas fotos del trip. Aloha!

martes, 2 de febrero de 2010

En Lima...

Hace diez días que estoy en Lima. A estas alturas normalmente tendría que haber hecho las de quico y caco pero, como cada vez que vengo al Perú, me descuidé con la comida...¡en estas latitudes el estómago no me perdona ni una!

Todo empezó con la incomodidad de llegar un viernes a medianoche en pleno verano. Por una conjunción de casualidades ninguno de mis amigos o familiares estaba al alcance (unos en la playa, otros de viaje, etc.), así que abrí mi paracaídas y le caí a mi querido broder Richi Borini, al que no veía desde hacía cuchumil años pero es de esos pocos amigos que lo son en todo momento sin importar si hablaste con él hace diez minutos o diez años. Lo llamé desde Tumbes ya en el aeropuerto para viajar a Lima, y el buen Richi me ofreció sitio en su casa en el minuto uno de la conversación. Claro que mi causa se había mudado a su depa nuevo hacía pocos días, así que estaba con poco mobiliario y me tocó tirar suelazo (previas chelas de ley para recordar viejos tiempos y comentar los nuevos).

Así que dormí poco y a las 7am partí al sur a casa del Tallarín que me esperaba en Lobos (Km 127.5) con una tabla prestada. Venía con el cuerpo desacomodado después de haber viajado 15 horas desde Guayaquil a Lima (entre buses, esperas y aviones) y habiendo dormido en el suelo la noche anterior, así que no es de extrañarse que me lesionara en la primera ola que agarré en Cerro Azul (estaba buenazo, nunca lo vi tan bueno, así son los swell norte)...queriendo impresionar a mi pata el Tallarín en una maniobra sentí un tirón en la ingle y ahí nomás quedé...¡En mi primera ola en el Perú! Dios mío qué viejo estoy...así que se me acabó el surfing, el domingo intenté correr pero era casi imposible, no podía hacer maniobras, sólo pararme y seguir derecho y aun así me molestaba. Terco y sin apreciar aún la magnitud de la lesión fui a Bermejo el martes...¡es que el mar estaba buenazo! Casi nunca estoy en el Perú cuando entran esas crecidas que vienen del norte y es cuando mejores se ponen las olas...gran sesión en Bermejo, estuve muy cuidadoso pero me di cuenta de que la lesión iba en serio y tendría que parar.

Al volver a casa esa noche me comí un sandwich en un lugar que resultó ser mi condena estomacal: El Sanguchón Campesino (¡no vayan!). Para redondear la faena, quería comer palta y como no había, le eché "salsa de palta"...sentía en mi fuero íntimo una advertencia, una suerte de deja vu pero no hice caso y me empujé casi todo el sandwich, salsa included. Sólo más tarde me acordé de que la última vez que comí la dichosa salsa (en una COPEC de Chile, años ha) terminé en el hospital intoxicado, pero ya era demasiado tarde. Esa madrugada vomité hasta el alma, y lo que quedaba de ella la expectoré ya saben por dónde...

Sólo dos días después pude salir de la cama para ir a verme la lesión del surfing. La quiropráctica que me atendió (altamente recomendada por varios amigos surfers) era una mujer holandesa estilo la Nana del Conde Pátula, que me dijo que era "una bestia" por no haberme puesto hielo desde el comienzo, me prohibió "bailag como un loco" (sic) y me recetó unas pastillas antiinflamatorias incompatibles con el alcohol ("¡cego alcohol!", me gritó, amenazante). Intimidado, pero dispuesto a recuperarme lo más pronto posible, me fui rápido de allí y me lancé a iniciar el tratamiento: hielo en mis zonas pudendas cinco veces al día por diez minutos y una pastillita diaria después de almorzar.

Y aquí estoy, diez días hace ya en Lima, sin poder surfear, emborracharme ni bailag como un loco...¡esto no es vida!