Me queda una semana en Lima. Lo que originalmente era un viaje de un mes al norte peruano con hipotéticas y esporádicas visitas a la capital se convirtió en mi estadía más larga y continuada en Lima casi desde que me fui del Perú en 1988. Las circunstancias, siempre las circunstancias. Como dijo Morgan Freeman encarnando a Mandela en Invictus: "Si yo no puedo cambiar cuando las circunstancias así lo demandan, ¿cómo puedo esperar a que los demás lo hagan?" Verdad como una catedral.
Las circunstancias que me hicieron cambiar los planes fueron mucho menos trascendentales para la historia de la humanidad que las que le ocurrieron a Mandela, por supuesto, pero igualmente demandantes. Dos tablas partidas en Ecuador me obligaron a venir directo a Lima a buscar repuestos en vez de ir primero al norte, y una vez aquí una combinación de más circunstancias me ataron definitivamente en esta pierna del viaje. Falta de buenas crecidas norteñas en Febrero, buenas condiciones y constancia de olas en Lima y alrededores, el cariño de la familia y los amigos, complicaciones estomacales, en fin, circunstancias todas que, sumadas y casi diría confabuladas, me tienen aquí y así será hasta que me vaya el próximo lunes a Chile.
He disfrutado como hace años no lo hacía con pequeños viajes de fin de semana con los amigos del barrio y del surfing (que son casi los mismos). Esta vez Bermejo fue la meca elegida. Cada fin de semana desde que llegué esta punta izquierda sacó olas de calidad y no dejé pasar ni una crecida, cambiando ligeramente de comitiva cada fin de semana pero siempre con el mismo espíritu de amistad y muchas, muchas olas. Salieron muchas risas, apodos nuevos, buena comida peruana y la seguridad de que esta amistad que nos une es para siempre. Laro, Tallarín, Renato, Hindú, Giulia, gracias por ser mis broders y regalarme su amistad, la valoro muchísimo más de lo que se imaginan y siempre recuerdo estos momentos mágicos cuando estoy lejos "de casa". Pero ¿qué casa? Bueno, algún día este viajero escribirá sobre lo que "casa" significa para él...
También, como nunca, pude ver a mis amigos del colegio 25 años después. Aunque no pudimos juntarnos todos, los que lo hicimos pasamos grandes momentos. Todo sucede porque tiene que suceder, y los que estuvieron, estuvieron. El resultado fue un par de noches geniales donde pude constatar que algunas cosas (el espíritu, el cariño incondicional) permanecen sin importar el tiempo transcurrido. Gracias queridos amig@s del colegio, siempre los recuerdo y tengan la seguridad de que, después de los bailecitos estilo Menudo y las canciones de los Bee Gees cantadas bien vodkeados... ¡nunca los olvidaré jajaja! Y a ver si nos juntamos una última vez antes que me vaya a Chile.
No puedo dejar de hablar de mis queridas primas Alejandra y Jimena. Más que primas, han sido como mis hermanas y por eso no hay palabras para expresarles el cariño y la gratitud por haberme recibido en su casa, haciendo caso omiso de mi desorden, mis deshoras,mis tablas y wetsuits por todos lados...en fin: que las quiero muchísimo.
Mañana me voy a Punta Hermosa. Estaré tres días por allí, hasta el jueves surfeando todo lo que pueda y preparándome para la despedida que, sin duda, durará varios días. Hasta entonces.
lunes, 22 de febrero de 2010
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