...y van tres. Los tres últimos fines de semana han sido un regalo del dios Neptuno a la constancia demostrada por sus fieles acólitos. Bermejo -esa playa que queda en el Km 222 de la Panamericana Norte y que para llegar exige doble tracción y conocer los recovecos de las huellas que se van cruzando en la arena- nos ha sacado olas de excepcional calidad todos los sábados y domingos desde que llegué al Perú.
Esta vez la comitiva que salió a las 5.30am estuvo formada por el Tallarín y Giulia, el hindú y su familia, Miguel Combina y yo. El pobre Mike pagó las consecuencias del ritual del desayuno en Chancay: siguiendo los consejos del Tallarín se empujó un sandwich de chicharrón de chancho a las 7 de la mañana, seguido de una humeante taza de chocolate caliente. ¡Pobre Mike! Se pasó todo el sábado con dolorosos retortijones, apenas pudo correr y el resto del tiempo lo pasó tirado en la arena inmóvil y sin hablar. Sin embargo en el poco rato que estuvo en el agua demostró que sus rodillas todavía aguantan y sorprendió con maniobras de chibolo que desmienten sus numerosas operaciones a los ligamentos...ya el domingo se mostraba bastante recuperado, apareció su sarcástico humor habitual y se tiró varias olas buenazas, aunque cometió la locura de empujarse un tacu tacu saltado a la hora de almuerzo...en el camino de regreso venía calladito...
El Tallarín, por el contrario, ha descubierto que se vacila más fuera del agua que dentro de ella, y hoy en día sus sesiones no duran más de 25 minutos, luego de los cuales concluye que la corriente no vale la pena el desgaste de sus musculitos y se va a la orilla a ejercitarlos abriendo las chelas antes de que se calienten bajo el inclemente sol veraniego, mientras inventa nuevas chapas para los miembros de la comitiva y se relaja bronceándose desde la rodilla hasta el empeine sentado bajo su sombrilla. Como buen padrino también les hizo unas clasecitas de surf a los hijos del Hindú (junto con Mike, que es instructor de tabla y tiene un surf camp en Iquique).
El Hindú sigue metiéndose los mejores tubos de toda la comitiva, se ha vuelto todo un Ironman y hoy, cerca de los 40, entrena nadando casi todas las mañanas muy temprano, trotando y corriendo en su corcho en las campanas más maleadas de Lima cada vez que puede. Mi broder Hindú se ha ganado no sólo la admiración y el cariño de sus patas, sino de casi todo el planeta Perú Surf. El único problema es que de padrino de sus hijos ha escogido al Tallarín, que ya les está metiendo a sus ahijados el bichito del surfing, y me parece que en unos pocos años más el Hindú va a ser el único corcho de su familia, ¡buena Hindú!
En resumen, el fin de semana estuvo lleno de risas, sol, amistad y buenas olas, convirtiéndose en uno de los muy buenos recuerdos de este viaje. El próximo fin de semana vienen más olas y lo más probable es que esta excursión se repita, a ver si esta vez cuelgo unas fotos del trip. Aloha!
lunes, 15 de febrero de 2010
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