Cuando volvimos de Bocas del Toro (despues de otro madrugar) llegamos a Salsa justo a tiempo para ver cómo sólo habían dos personas en el agua y el mar buenazo. Explicación? Había amanecido con mal viento, pero a media mañana (justo cuando llegamos) cambió el viento y todavía nadie se había dado cuenta. Al toque corrimos al hotel, dejamos todo tirado y fuimos a surfear, esta vez sí Salsa Brava como debe ser, un pico de derechas e izquierdas tubazo, impresionante. La izquierda es más fácil de correr porque, si bien el drop es de cabeza, la ola tira el tubo y luego se disipa. En cambio, la derecha entra, se chupa y aumenta su tamaño casi al doble, hay que encarrilar y acelerar, cero maniobras cuando está bueno, y hay que escoger bien la ola (la que abre), porque si no te revienta en la cabeza.
Por suerte no había casi nadie al comienzo, así que pude escoger bien mis olas y tirarme tranquilo, sin presión (bueno, es un decir). Estuvimos casi dos horas con un máximo de ocho personas, muy tranquilos y disfrutando, corrimos mil olas. Después me dijeron que es muy raro que haya tan poca gente.
En la tarde achicó el mar y nos juntamos con Manu Resano y Edwin Salem, dos surfers argentinos, el primero conocido por tirarse olas gigantes en Nicaragua (el outer reef de Popoyo) y el segundo no lo conoce mucha gente, underground big rider que ha surfeado en Hawaii, Mavericks, Alaska, la Antártida, etc. y que vive en Puerto Viejo. Nos llevaron a un semi secret spot a 15 minutos en auto hacia el sur. Resultó ser un beach break muy divertido, también con muy poca gente, así que estuvimos dos horas más surfeando hasta que nos dio hipo. Luego volvimos a Puerto Viejo, hicimos algunas compras, gran cena y a dormir muy cansados. Esa misma madrugada emprendimos el maratónico regreso a Santa Teresa (12 horas).
jueves, 24 de diciembre de 2009
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