El fin de semana que pasó fue el mejor desde que llegué a Chile, no tanto por las olas sino por la gente. Llegó mi primo Rodrigo con su mujer (Javiera), quienes de hecho siguen aquí, se quedan hasta el jueves por lo menos. También aparecieron viejos amigos que no veía hace mucho. El Mono y Battistoni, con los que estaba algo alejado, fueron por el fin de semana. El Mono ha sido padre (su primogénito nació el día del terremoto, no esperaba menos dado el padre que le tocó) y era la primera visita con su hijo al mar. Stoni no surfeaba hacía cinco semanas.
El sábado surfeamos todos juntos entrando por los morros como en los viejos tiempos (incluida una clásica caída mía en la "piscina" que se forma en el segundo morro -barrido por una ola- y que me dejó un par de recuerdos), buenas olas en la sección del diamante, y en la noche cenamos fuera todos. Buena comida, buen vino, pisco sour y anécdotas varias, linda noche para retomar amistades.
El domingo me fui temprano a Santiago para celebrar el cumpleaños de mi mamá, en familia, con un largo almuerzo en que vi a casi toda la parentela. Tan largo que cuando terminó me fui a casa a dormir. Buenas conversaciones con los primos, compartiendo tiempo con mis viejos, mis hermanos, mis sobrinos... en fin, todo bien.
Y el lunes a mediodía arranqué de nuevo a la playa. A tiempo para llegar a la última sesión de la tarde, en Infiernillo, solo en el agua, puestaza de sol...la vida es buena.
martes, 30 de marzo de 2010
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario